En lugar de estar ansiosos por los acontecimientos del mañana, debemos aprender a enfocarnos en servir al Señor de todo corazón, haciendo lo mejor que podamos y dejándole el resto a Él. Para ello, se espera que corramos la carrera recta con Él, sin distracciones ni desvíos, con la firme creencia en Su sabiduría, poder y bondad. Para vencer la ansiedad y la preocupación, debemos tener absoluta confianza en Dios de que Él está trabajando en la respuesta. La ansiedad por el mañana es tan gravosa como pecaminosa. Nuestras preocupaciones personales por el presente, el futuro, la familia y otros son capaces de cambiar nuestro enfoque de correr la carrera recta con Dios, especialmente cuando surgen de la incredulidad y la desconfianza.
Es el temor al mañana lo que lleva a los hombres a acumular tesoros aquí en la tierra descuidando por completo la eternidad. Enfocarse en el materialismo puede desviar nuestra devoción de Dios Todopoderoso al dios de la riqueza. Fallamos en darnos cuenta de que los tesoros en la tierra tienen la costumbre de decepcionar a sus dueños; no ofrecen seguridad permanente. Aunque el dinero y la riqueza son un apoyo útil, no debemos poner nuestra confianza en ellos. Sólo los tesoros guardados en el Cielo pueden garantizarnos una seguridad permanente, especialmente cuando van acompañados de una actitud generosa hacia los demás.