NO HAY TESORO MÁS PRECIOSO QUE LA PALABRA DE DIOS

Juan 15:7 dice, «Si permanecéis en mí, y mis palabras permanecen en vosotros, pedid todo lo que queréis, y os será hecho».

La Palabra de Dios es un tesoro en el corazón de aquel que medita en ella. La Palabra de Dios debe ser valorada, pues es una lámpara para nuestros pies, una luz para nuestro camino y una fuente de dirección para los hijos de Dios. La Palabra de Dios es un instrumento del Espíritu Santo, nuestra arma de defensa contra el enemigo. Como Cristianos, atesorar la Palabra de Dios en nuestro corazón demuestra lo importante que es para nosotros y demuestra nuestro amor por Dios.

La Palabra de Dios es Espíritu y vida; tiene la capacidad de purificarnos, de limpiarnos. Cuanto más meditamos en ella, más se vuelve parte de nosotros y más se instala en nuestro interior. No somos nada sin la Palabra de Dios. Su Palabra hizo morada entre nosotros y preparó el camino para nuestra comunión con Dios. Atesoramos esta Palabra viviendo en obediencia a ella. A esto se refería Jesús cuando dijo, «Si me amáis, guardad mis mandamientos». La Palabra de Dios es una guía – nos dirige. Es una herramienta defensiva contra las acusaciones y ataques del enemigo. La Palabra de Dios trabaja para aquellos que la atesoran, que la creen. Por tanto, prestemos atención a la Palabra de Dios. Es la forma en que Él se comunica con nosotros.

Oración: «Padre Celestial, te damos gracias por Tu Palabra. Te pedimos la gracia de atesorar Tu Palabra y mantenerla en nuestros corazones, ¡en el nombre de Jesús! Amén».

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