
Juan 1:14 dice: «Y aquel Verbo fue hecho carne, y habitó entre nosotros (y vimos su gloria, gloria como del unigénito del Padre), lleno de gracia y de verdad».
El eterno amor de Dios se nos mostró cuando el Verbo se hizo carne para ser nuestra ofrenda por el pecado. Fue mediante este Verbo que la promesa y las profecías se cumplieron retratando la veracidad y autenticidad de Dios. Este Verbo vino a cumplir la voluntad de Dios, Su Padre.
Somos lo que somos hoy gracias a este Verbo, Jesucristo. Estamos llenos de gozo gracias al Hijo de Dios. Este Jesús que celebramos no es sólo el Jesús del relato, de la historia o de las canciones, sino el Verbo vivo mismo, el que el Espíritu Santo nos revela, el que vive para siempre y nos ha dado una vida mayor que la nuestra. Nuestras vidas hoy son un testimonio de este amor grande e infinito, el amor que nos proveyó gracia y nos reveló la Verdad para que podamos vivir para Aquel que nos creó.
En este tiempo se nos recuerda esta Palabra viva. Se nos recuerda el amor infinito que Dios nos tiene y que nos manda mostrar a nuestros semejantes. Se nos recuerda que debemos permanecer en la Palabra, así como la Palabra permanece en nosotros. Se nos recuerda que debemos obedecer esta Palabra y vivir de acuerdo con ella.
Oración: «Padre, gracias por el regalo de Tu Hijo, Jesucristo. Ayúdanos a seguir obedeciéndote y vivir para Ti, en el nombre de Jesús. Amén».