
Juan 21:15 dice, «Cuando hubieron comido, Jesús dijo a Simón Pedro: Simón, hijo de Jonás, ¿me amas más que estos? Le respondió: Sí, Señor; tú sabes que te amo. Él le dijo: Apacienta mis corderos».
Hemos ayunado, orado y esperado, pero lo que falta por aplicar es el amor; amor primero hacia Dios y luego hacia nuestro prójimo. Antes de poder obrar con Jesucristo o de ser responsable ante Él, debes amarle. Jesús repite la pregunta para que sea muy clara en Juan 21:15-17, «¿Me amas? Él quería que Pedro y nosotros supiéramos que el amor es fundamental. El amor es el único principio genuino del que puede brotar el servicio a Dios. Como Cristianos, todas nuestras obras sin amor no son nada. No puedes tener una relación con Él sin amor.
Jesucristo venció al mundo porque nada era más valioso para Él que nuestra redención. ¡Qué sacrificio! ¡Qué amor! Cuando amas, vences. Hay esperanza para ti; necesitas hacer el sacrificio más grande; empezar a amar a Jesús. Nuestro Señor Jesucristo hizo el mayor sacrificio cuando murió en la Cruz del Calvario para que nosotros pudiéramos vivir por la justicia. La hora de la muerte de Cristo fue el comienzo de Su glorificación y de nuestra redención. Como Cristianos, sirvamos a Dios con todo lo que tenemos. Recuerda que servimos a Dios cuando servimos a nuestro prójimo. Con lo que sea que Dios te ha bendecido, hay personas ahí fuera que lo necesitan. Al celebrar esta temporada, dediquémosla al acto de dar. ¡Emmanuel!
Ora: «Señor Jesús, ayúdame a amarte más a Ti y a mi prójimo, en Tu santo nombre. Amén».