
Romanos 10:9 dice que «si confesares con tu boca que Jesús es el Señor, y creyeres en tu corazón que Dios le levantó de los muertos, serás salvo».
Muchas personas se han descarriado hoy en día, incluso aquellos que una vez tuvieron una relación con Dios ahora preguntan impulsados por el deseo y el hambre ya que no han experimentado verdaderamente a Dios. El Profeta T.B. Joshua instó: «Mientras no experimentes a Dios, habrá insatisfacción en tu vida, una sensación de hambre por saber en qué consiste la vida y deseo de saber qué ocurre cuando ésta termina». Estos deseos nos hacen plantearnos preguntas como: ¿ Somos realmente salvos? ¿Cómo podemos ser salvos? Para obtener lo que deseas, debes hacer lo que se requiere. Para recibir la salvación, debes cumplir con el requisito necesario.
Lo único que se requiere para ser salvo es creer. El creer es el requisito necesario para la salvación. Cristo ha consumado la obra por nosotros en la Cruz; todo lo que se necesita es que la aceptemos y tomemos posesión de ella. Como también señaló el Profeta T.B. Joshua: «Creer es poseer. En el instante en que crees, lo tienes». El problema del creer se vuelve sencillo cuando entendemos que se trata de obrar conforme a lo que Dios ha hablado. Creemos verdaderamente a Dios cuando confiamos en que Su Palabra cumplirá lo que promete.
Los agricultores son un ejemplo perfecto. Cuando plantan sus semillas, no vuelven todos los días a labrar la tierra y comprobar si la semilla está germinando. Simplemente confían en la naturaleza, creyendo que la semilla crecerá. Si un agricultor puede confiar en la naturaleza sin una promesa definitiva, nosotros deberíamos poder confiar en el Dios de la naturaleza. Por último, el creer es la única condición para obtener respuesta a la oración. Tan sólo creemos verdaderamente en Dios cuando aceptamos Su Palabra y confiamos en que cumplirá lo que promete hacer.
Oración: «Oh Espíritu Santo, ayúdame a confiar implícitamente en Tu poder, ¡en el nombre de Jesús! Amén».