¡YO SOY PORQUE TÚ ERES!

Todos estamos conectados unos con otros de una manera demasiado fundamental para ser explicada en una sola frase:

  • La boca necesita palabras,
  • Los oídos necesitan sonidos,
  • Los ojos necesitan una imagen,
  • Los pies necesitan ir a algún lugar.

Aunque el cuerpo del hombre está compuesto de muchos miembros, su funcionamiento está informado e influenciado por una preocupación, en el espíritu de un propósito. En otras palabras, nos necesitamos unos a otros para estar completos. Yo no estoy completo sin ti, ni tú sin mí. En esencia, dependemos de los demás para tener éxito en nuestros respectivos llamados. Nadie puede triunfar solo. Jesús sabía esto; por eso tuvo a Sus discípulos.

Necesitamos personas buenas, inspiradas e informadas para tener éxito en nuestras respectivas vocaciones. El médico no puede decir que no necesita al soldado. ¿Qué pasa cuando fuerzas externas invaden la comunidad? El soldado no puede decir que no necesita al médico. ¿Qué sería de él si fuera herido en la batalla?

Yo soy porque tú eres, sí como tú eres porque yo soy. Es decir, tú dependes de mí; yo dependo de ti. Toda la creación del universo se basa en esta esencia simbiótica. Del mismo modo que Dios ha diseñado el funcionamiento de la sociedad humana, también ha previsto el modo en que los distintos individuos pueden contribuir al bienestar de sus hermanos.