Todos lloramos a veces, pero mientras las lágrimas ruedan por tus mejillas, ¿te has parado a preguntarte qué dio origen a tu llanto? ¿Tu llanto nace de la autocompasión o del victimismo porque buscas atención y te lamentas por tu situación actual? ¿O tu llanto nace de la fe porque genuinamente quieres recibir de Jesucristo? En Mateo 15:22-28, la mujer cananea clamó a Jesús por la liberación de su hija. En el versículo 26 Jesús respondió, «No está bien tomar el pan de los hijos y echarlo a los perrillos». Esta respuesta fue capaz de disuadir a cualquier otra mujer en su posición de seguir adelante con su petición. No sólo fue ignorada, sino que también se la equiparó con un perro. Pero como realmente creía que Jesús era capaz de satisfacer sus necesidades, ella sabía que este aparentemente duro trato pronto desaparecería. Simplemente siguió adelante, diciendo, «Sí, Señor, pero incluso los perritos comen las migajas que caen de la mesa de sus amos». Jesús vio esto como un llanto nacido de la fe. ¿Por qué lloras? El Señor puede estar tomándose Su tiempo para considerar tu petición para probar tu fe así como con la mujer cananea. Si tu llanto nace de la fe porque quieres genuinamente recibir de Jesús entonces responderías con humildad, modestia y perseverancia. Así que mantén la calma y la determinación y asegúrate de que tu llanto es un llanto nacido de la fe.