
La paz de conciencia que deriva de caminar con el Señor produce gozo interno, seguridad de vida y alivio del corazón (1 Timoteo 1: 2). Cuando tu enfoque está en Dios, nunca serás movido por lo que tu situación tiene para decir, tu enfoque estará en lo que Dios tiene para decir respecto a tu vida.
Observa la actitud de Moisés cuando él y su pueblo quedaron atrapados entre el Mar Rojo y el ejército egipcio que les perseguía. Seguramente el pueblo de Israel tenía razones para pensar que había llegado su fin, considerando el tamaño y el poder militar del ejército egipcio (Éxodo 14:10). Los israelitas, por tanto, clamaban no sólo de miedo sino también de rabia contra Moisés y su Dios.
Habían olvidado por completo todos los milagros que Dios había hecho por ellos. En lugar de ofenderse por las reacciones de su pueblo y la falta de fe, Moisés estaba tranquilo y determinado, incluso en medio de una provocación extrema. La Biblia dice que él se hallaba tranquilo, confiado y apacible. Eligió calmar los temores del pueblo diciendo: «No teman, enfóquense en el Señor. El Señor luchará por ustedes y Él es más grande que todas las fuerzas del adversario juntas» (Éxodo 14: 13-14).
Moisés se mantuvo enfocado en su Dios; Él no era un hombre movido por las necesidades físicas inmediatas. Lo que le importaba era lo que Dios tenía que decir respecto la tarea en cuestión. Nunca fue intimidado por el avance de las fuerzas del enemigo. La Biblia dice que su corazón estaba profundamente comprometido con Dios. Nunca se vio ni se escuchó que participara en una oración desesperada de ‘atar’ como muchos en nuestra generación harían hoy.