El mayor objetivo de satanás al tentar al pueblo de Dios es derrocar su posición ante Dios. Como hijos de Dios, debemos cuidar de no caer en la tentación; sin embargo, si Dios lo permite, no debemos pensar que es extraño y dudar del Creador del cielo y de la tierra (1 Corintios 10:13).
El Espíritu que descendió sobre Jesús Le hizo humilde y al mismo tiempo Le hizo fuerte. Si te apoyas en tus propias fuerzas y tientas al diablo a tentarte, eso no es humildad. Ya que el poder que se nos dado no es para ser usado según nuestra propia voluntad sino según la voluntad de Dios. Si Dios te abandonara en tus propias fuerzas mientras estuvieras orando por un endemoniado, ¡tú mismo terminarías necesitando liberación!
Debemos ser conscientes de las tácticas de satanás; Él quiere que cortemos nuestra dependencia de Dios. Quiere que dejes de cumplir con tu deber hacia Dios y comiences a verlo en una mala luz. Quiere que cortes tu comunión con Dios y hagas las cosas en tus propias fuerzas. Debemos tener cuidado de caer en la tentación, pero si Dios lo permite, no debemos pensar que es extraño y dudar del Creador del cielo y la tierra. Cuidémonos del orgullo espiritual que ha sido la causa de gran parte de la destrucción que vemos en el mundo hoy.
Oración: «¡Oh Espíritu Santo, ayúdame a confiar en Ti para todo, en el nombre de Jesús! ¡Amén!».