
Texto de referencia: Mateo 18:7 NVI
Pueblo de Dios, cuando seas consciente de la debilidad de tu prójimo, no le pondrás en una situación que le lleve a la tentación y le haga caer.
Cuando comprendas que las personas se enfrentan a diferentes debilidades, celos, ira e impulsos de todo tipo, no las pondrás en una situación que las haga caer, porque somos uno la fortaleza del otro.
Cuando comprendas que te sostienes en la Gracia de Dios como resultado de Su amor por la humanidad, no harás nada que ponga en peligro la posición de tu hermano o hermana.
Cristianos, ¿son conscientes de que sus acciones, ya sean buenas o malas, son como plantar semillas? Recuerden que sus acciones son juzgadas por sus intenciones.
¿Cuáles son las intenciones de las palabras que le dicen a su prójimo? ¿Pretenden construir o destruir? Cuando corrigen a los demás, ¿lo hacen desde la ofensa, el orgullo o el amor?
Dios juzga las acciones del hombre por sus intenciones. Por eso Dios mira el corazón del hombre, no su apariencia.
Cuando seas consciente de que lo único que importa es tu espíritu y no tu cuerpo, no vivirás para complacer a la carne. En cambio, protegerás tu espíritu contra la corrupción de la carne porque tu espíritu es lo más importante de ti.
La conciencia de quién eres y a quién sirves lo cambia todo. Cuando vivas conscientemente como hijo de Dios, vigilarás cada paso para asegurarte de que estás viviendo de acuerdo con el Espíritu de Dios.
Los Cristianos, tanto los que están en la carne como los que están en el Espíritu, están bajo el control de algo. Por eso Gálatas 5:16 nos exhorta, «Andad en el Espíritu, y no satisfagáis los deseos de la carne».
Esto significa que cuando no estás bajo la influencia y la guía del Espíritu Santo, estás bajo el control del pecado.
Por lo tanto, debemos ser conscientes de la vida que vivimos, sabiendo que un día recibiremos una recompensa por lo que hicimos mientras estuvimos en este cuerpo, ya sea bueno o malo.
Oración: «Señor Jesús, ten misericordia de mí. Ayúdame a vivir conscientemente, de acuerdo con el Espíritu. Ayúdame a vivir una vida que te agrade, en el nombre de Jesús. ¡Amén!».