UN PECADOR DELIBERADO – Juan 5:14 dice: «Después le halló Jesús en el templo, y le dijo: Mira, has sido sanado; no peques más, para que no te venga alguna cosa peor». El hombre tiene razones para hacer lo que hace, muchas excusas para sus fallos. Esto hace que sea difícil admitir y asumir la responsabilidad de sus actos erróneos. Uno es responsable de sus actos, de todo aquello a lo que presta atención.

La forma en que Jesucristo se dirigió a este hombre muestra que el hombre podría haber sido un pecador deliberado, que conoce el pecado y que lo comete voluntariamente. En el Salmo 51:1-19, el salmista asumió la responsabilidad de sus acciones. Si uno se excusa por su pecado, el pecado no será excusado. La corrección hace posible el futuro. Jesús te conoce, conoce tu nombre, tus pensamientos; te escucha cuando clamas y ve cada lágrima.

Recuerda que cuando Jesucristo se encontró con ese hombre, le preguntó: «¿Qué quieres que haga por ti? ¿Quieres ser sano?». Jesucristo te hace la misma pregunta ahora: «¿Quieres ser sano? ¿Quieres ser libre? ¿Quieres ser liberado? ¿Quieres ser salvo?».

¿Quieres que falle toda arma, todo diseño del enemigo contra ti? Reconoce tu maldad. Ven a Jesucristo con un espíritu arrepentido y Él te aceptará tal y como eres. Él te dará una nueva vida y un nuevo comienzo. El pecado es un veneno para tu alma y tu espíritu. Causa pobreza y enfermedad en tu vida, pero cuando es perdonado serás sanado. Jesús dio esa advertencia porque sabía que aquellos que son sanados, salvados del castigo del pecado, probablemente vuelvan a pecar cuando el dolor haya terminado.

Un pecador deliberado debe recapacitar. Obedecer a Dios al principio parece difícil porque implica un giro contra su forma habitual de hacer las cosas. Si has resistir las malas influencias, debes defender aquello que crees. Si no puedes defender lo que crees, definitivamente fracasarás por ello. Oro que Dios nos renueve, renueve nuestra mente, espíritu y cuerpo para Su gloria, ¡en el poderoso nombre de Jesús!