SÍGUELO EN TODO MOMENTO

Mateo 18:4-5 dice, «Así que, cualquiera que se humille como este niño, ese es el mayor en el reino de los cielos. Y cualquiera que reciba en mi nombre a un niño como este, a mí me recibe».

¿Cuál es el primer pensamiento que te viene a la mente cuando te despiertas? ¿Son pensamientos de paz y consuelo en la Palabra de Dios, o es todo lo contrario? La Biblia nos alienta a ser humildes como niños, a imitar la semejanza de Cristo en los niños pequeños. En su inocencia, los niños siguen las instrucciones sin cuestionarlas y confían implícitamente, sin dudar nunca. Tampoco discuten cuando cometen errores, y se apresuran a pedir perdón cuando pecan. Como los niños, debemos ser abiertos respecto a nuestros pecados y debilidades y ponerlos al descubierto ante los pies de Cristo. Si cometes un error, como todos hacemos a veces, no huyas de Dios, sino corre hacia Él. La diferencia entre tú y los demás es que tú ya tienes una relación con Dios Todopoderoso, así que puedes llevarle a Él tu comportamiento. Él te ayudará a levantarte de nuevo, te perdonará y te ayudará a no volver a cometer los mismos errores.

Jesucristo es el único Salvador del pecador. Él es la razón y el propósito de nuestro ser. El Señor Jesucristo sólo tendrá en cuenta nuestra petición cuando vea en nosotros los atributos de un seguidor fiel y de un siervo dispuesto, atributos que son características esenciales de los verdaderos discípulos (2 Crónicas 7:14).

Oración: «Señor, ayúdame no solamente a correr, sino a correr con un propósito. Ayúdame a seguirte en el camino, ¡en el nombre de Jesús! Amén».