
El mejor hombre del mundo sólo puede mantener su integridad y su honor en la medida en que Dios lo preserve en ellos. Dios elige lo que pasamos; nosotros elegimos cómo lo pasamos. Ser fiel a Dios no elimina las adversidades. Moisés, José y Daniel fueron rechazados y perseguidos por los hombres, pero Dios hizo que sus problemas sirvieran para su progreso. En nuestro camino espiritual con Dios, habrá momentos buenos y difíciles por igual. Considera el caso de Job. Fue tentado por satanás para abandonar a su Dios, pero nunca lo hizo. En ciertos periodos, nos encontramos con que somos indebidamente odiados y perseguidos a causa de la gracia de Dios en nuestras vidas. Te insultarán para derribarte, pero no debes ceder: sigue aferrándote a Dios.
Daniel sabía que se encontraba en medio de una persecución. También conocía los malos deseos de sus adversarios, por lo que rogó a Dios que no permitiera que sus enemigos triunfaran sobre él. Sus enemigos no perdieron tiempo en tramar maldades contra él y él tampoco perdió tiempo en encomendarse continuamente a Dios mediante la oración. Daniel confiaba firmemente en la capacidad de Dios para librarle de la muerte. Se sometió humildemente a la voluntad de Dios. La constancia y la fidelidad de Daniel son un desafío para todos los cristianos de hoy. Por eso, por lo que sea que estés pasando, si Dios lo permite como una prueba, no debes pensar que es extraño y dudar de tu Guardia. Recuerda que Job no desmayó en su fe, sino que se mantuvo firme, sabiendo que las amenazas contra su vida le ofrecían una buena oportunidad de honrar a Dios ante los hombres.
Por tanto, como hijos de Dios, debemos aferrarnos a Dios. Mantén tu confesión de fe: «¡Jesús es el Señor! ¡Que Su nombre sea glorificado por siempre!» cuando las cosas vayan bien o sean difíciles. Di esta oración: «Señor Jesús, dame la gracia de seguir aferrándome a Ti tanto en los momentos buenos como en los difíciles. Guíame, Señor, para que mis enemigos no triunfen sobre mí ¡en el nombre de Jesús!»