¡LIBERTAD DE LA CULPA Y LA CONDENACIÓN!

Libertad de la culpa y la condenación – En cierta ciudad había prisioneros. Un día, el rey entró en medio de ellos y empezó a pedirles a cada uno que explicaran qué les había llevado a la prisión. Casi todos afirmaron que eran inocentes y culparon a otro de su situación. Algunos incluso acusaron al juez de haber aceptado un soborno. Sin embargo, uno de los jóvenes respondió: «Señor, merezco estar aquí. He robado dinero; nadie tiene la culpa sino yo, soy culpable». Al oír esto, el rey ordenó que el joven fuera puesto en libertad.

Lo mismo ocurre con la salvación. Hasta que una persona no esté dispuesta a admitir que es un pecador en necesidad de salvación, no podrá experimentar la liberación de la culpa y la condenación. ¿Has dicho alguna vez: «Me declaro culpable»? Si no es así, hazlo ahora mismo porque nunca podrás salvarte a ti mismo. Recuerda; si fuera una cuestión de poder, fuerza y autoridad, David como rey hubiera preferido salvarse a sí mismo antes que admitir su culpa, su maldad y su error. Así es como reconocemos a los hijos de Dios: No es que no se extravíen, sino que cuando lo hacen, la culpa de ese error no les permitirá tener paz en el corazón hasta que pidan y obtengan el perdón.