¡JESÚS NOS QUIERE LIBRES!

Marcos 11:25-26 dice, «Y cuando estéis orando, perdonad, si tenéis algo contra alguno, para que también vuestro Padre que está en los cielos os perdone a vosotros vuestras ofensas. Porque si vosotros no perdonáis, tampoco vuestro Padre que está en los cielos os perdonará vuestras ofensas».

Muchos siguen luchando contra el estancamiento, la limitación, la decepción y el retroceso porque son víctimas de la trampa de la falta de perdón. El camino de la obediencia es el camino de la libertad. Dios nos manda perdonar, y le obedecemos cuando perdonamos a otros. Si te niegas a perdonar, desobedeces a Dios. Perdonar no significa ignorar lo que está sucediendo; no significa barrer la suciedad debajo de la alfombra, perdonar es preocuparse por nuestros ofensores y su relación con Dios. Una actitud de no perdonar no sólo destruye tus relaciones sino que también envenena tu alma y te roba tus bendiciones.

El reconocer que has pecado y has sido perdonado crea misericordia y compasión hacia los demás. No permitas que el pecado y la confrontación destruyan tus relaciones o te separen; por el contrario, considera la confrontación del pecado como un medio para unirnos, crecer juntos y prepararnos juntos. Si Dios llevara la cuenta de nuestros errores, tú y yo no estaríamos aquí hoy. Ten siempre presente que ningún hombre o mujer es perfecto. En cada una de tus oraciones a nuestro Padre Celestial debes poder decir: «No conozco a nadie a quien yo no ame de corazón».

ORACIÓN: «¡Oh Espíritu Santo, ayúdame a ver más allá de los errores de los demás, en el nombre de Jesús! Amén».

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