
Jesús conoce a todos los hombres, su naturaleza y su verdadero carácter. Él sabe cuándo dices lo que hay en tu corazón. Cuando dices: «Jesús es el Señor», Él sabe si estás confesando lo que crees. No hace falta mucho tiempo para comprender que Jesús cree que aquello que decimos es importante. Si no está en línea con la verdad de la Palabra de Dios, será vano, sin sentido y a menudo destructivo. Jesús conoce a todos los hombres. No se deja engañar ni llevar por el agitar las manos o el cantar melodiosos himnos o levantar poderosos puntos de oración. Él sabe que el creer puede no ser para todos aquellos que lo confiesan. Juan 2:24-25; Jesús no necesitaba que nadie Le hablara de ellos porque Él sabía lo que había en sus corazones. En otras palabras, no necesitaba que nadie Le explicara la naturaleza del hombre, porque Él mismo sabe de qué está hecho el hombre.
Cualquiera que sea la forma en que vengas a Jesús, Él ve más allá de tu apariencia. Jesús no necesita que nadie Le hable de ti, porque te conoce mejor que tú mismo. Por eso no puedes engañarle agitando las manos en la adoración. No puedes engañarlo levantando fuertes puntos de oración o con multitud de tus sacrificios sin arrepentimiento. Esto significa que Dios no necesita tu sacrificio para quitar tu pecado sino tu arrepentimiento; no es sólo sentir pena por los pecados cometidos sino romper con el pecado.