
A menudo, creemos que el requisito principal para servir a Dios es el don del lenguaje hablado, un gran talento, altas calificaciones o impresionantes credenciales académicas. Pedro y otros discípulos eran simples pescadores de una humilde y primitiva zona del país. No eran nadie hasta que Jesús los llamó.
Hay esperanza para ti, hayas recibido educación o no, ya seas agricultor o profesor. Deja de hablar sobre tu limitada educación y comienza a amar a Jesús. En otras palabras, si esperas lograr algo bueno en el futuro, tan sólo ocurrirá debido a tu amor por Jesús. Deja de quejarte de que todos en la familia son pobres. Deja de repetir historias sobre aquellos que te fallaron. Deja de señalar con el dedo la economía. Deja de meditar en tus defectos o debilidades». – T.B. Joshua