
Juan 3:16 dice: «Porque de tal manera amó Dios al mundo, que ha dado a su Hijo unigénito, para que todo aquel que en él cree, no se pierda, mas tenga vida eterna».
Independientemente del tamaño de lo que poseemos, todos tenemos algo que dar. Tomemos el caso de Dios, que dio a su Hijo unigénito a la humanidad. Él plantó a Jesús en la tierra para producir incontables hijos e hijas. Recuerda que hoy has nacido de nuevo gracias a ese Hijo. Somos lo que somos hoy porque Dios nos dio a Su Hijo unigénito. Las personas del mundo creen que hay más beneficio en el recibir que en el dar. Sin embargo, como Cristianos, sabemos que es más bendecido el dar que el recibir. Damos todo lo bueno que el Señor nos ha dado, todo con lo que Dios nos ha bendecido. Esto es porque necesitamos la fortaleza y el amor los unos de los otros.
No se trata sólo de lo que damos, sino también de cómo lo damos. Lo que importa es nuestra forma de dar y nuestra actitud hacia el dar. Caín y Abel tenían algo que dar, pero la diferencia estaba en su actitud hacia el dar. Abel dio para glorificar a Dios, para honrar a Dios y para hacer la voluntad de Dios. Caín dio para glorificarse a sí mismo y deshonrar a Dios. Debemos dar con humildad y alegría. En estos tiempos peligrosos, debemos aprender a dar más -más de nuestro tiempo, más de nuestra fortaleza, más de nuestro amor- a aquellos en necesidad a nuestro alrededor.
Oración: «Señor Jesús, dame la gracia de dar con amor y humildad, ¡en el nombre de Jesús! Amén».