CONOCE A DIOS; NO TE LIMITES A SABER DE ÉL

Juan 1:12 dice: «Mas a todos los que le recibieron, a los que creen en su nombre, les dio potestad de ser hechos hijos de Dios».

Hay una diferencia significativa entre simplemente saber saber de Dios y experimentar verdaderamente una relación con Él. Muchas personas se conforman con interacciones superficiales; asistir a la iglesia, leer devocionales, memorizar versículos, sin acercarse nunca al corazón de Dios. Acumulan conocimiento, pero se pierden la plenitud de Su presencia.

Las propias Escrituras nos advierten sobre esto. En Juan 5:39, Jesús amonestó a aquellos que estudiaban las Escrituras con fervor, pero no lograban reconocerlo a Él, a Aquel a quien la Palabra señalaba. Conocer todos los hechos Bíblicos no equivale a conocer al Autor mismo. La rutina religiosa nunca puede sustituir a una conexión genuina.

Juan 1:11-12 lo deja claro: cuando Jesús vino, no todos Le recibieron. Pero a los que lo hicieron, les dio el derecho de convertirse en hijos de Dios. Recibirle es más que conocer Su nombre: es aceptarle en tu vida y permitirle que te transforme desde dentro.

Muchos creyentes tan sólo conocen al Cristo de la tradición, viéndolo como una figura histórica o el bebé en el pesebre, pero el verdadero Cristo es revelado por el Espíritu Santo: una presencia viva, no sólo un relato. Como dijo T.B. Joshua: «En la iglesia hay dos: el Cristo del relato y el Cristo que el Espíritu revela».

Dios desea intimidad, no un mero ritual. Él quiere que Le conozcas personalmente a través de una relación diaria: escuchando Su voz, siguiendo Su guía y viviendo en Su presencia. No te conformes con una fe de segunda mano. Busca una conexión directa con Dios; lee la Palabra, pero siempre busca un encuentro con Aquel que ella revela.

En última instancia, el crecimiento espiritual no se mide por la información que posees, sino por la profundidad de tu relación con Dios. Cuando Le conoces personalmente, tu vida se transforma verdaderamente.

Oración: Padre Celestial, no quiero una relación superficial o de segunda mano contigo. Ayúdame a conocerte profunda y personalmente. Deja que el Espíritu Santo me revele a Cristo, no sólo como un relato, sino como mi Salvador, Amigo y Rey. ¡Elijo la relación por encima de la rutina, en el nombre de Jesús! ¡Amén!

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