
Efesios 2:10 dice, «Porque somos hechura suya, creados en Cristo Jesús para buenas obras, las cuales Dios preparó de antemano para que anduviésemos en ellas».
Muchas personas se preguntan a menudo cuál es su propósito y qué contribución deben aportar a la vida de los demás. Es importante reconocer que cada persona ha sido creada por una razón. No eres un accidente ni un error, sino una bendición. Cada individuo creado por Dios Todopoderoso es una bendición a su manera única. Aunque no todos seamos bendecidos de la misma manera o en la misma medida, Dios se ha asegurado de que cada uno tenga su propia medida de bendición. Para algunos, estas bendiciones pueden ser económicas; para otros, pueden ser espirituales. Sea cual sea el área en la que hayas sido bendecido, ese es el canal a través del cual el Señor desea bendecir a otros a través de ti.
¿Has descubierto el área específica en la que eres bendecido? Si es así, considera cómo estás utilizando lo que se te ha dado para impactar las vidas de quienes te rodean. Es esencial que el pueblo de Dios se examine a sí mismo y evalúe su influencia en los demás. Pregúntate: ¿Cómo estoy utilizando las bendiciones que Dios me ha dado para marcar una diferencia en la vida de los demás? Es importante señalar que no todos están llamados a ser una bendición para las multitudes. A veces, tu impacto puede ser más poderoso para tu familia o para las personas de tu círculo más cercano. Tu bendición puede ser tan simple como tus palabras de aliento, tu sonrisa, tu muestra de amor o tu apoyo financiero. No importa cuán pequeña pueda parecer tu contribución, Dios valora cada esfuerzo por tocar positivamente la vida de los demás, siempre y cuando venga del corazón.
Esforcémonos por ser conocidos no sólo por oponernos a lo que está mal, sino por hacer el bien de manera activa. Dondequiera que estén tus bendiciones, úsalas con sinceridad y de todo corazón para contribuir positivamente a la vida de quienes te rodean, a tu sociedad y al mundo en general. Si continúas haciéndolo, confía en que Dios seguirá bendiciéndote. Recuerda, bueno no es suficiente, lo mejor está por venir.
Oración: «¡Oh Espíritu Santo, continúa enseñándome tu camino de amor para que pueda hacer buenas obras, en el nombre de Jesús! ¡Amén!».