EL PODER DE LA CONSTANCIA

Gálatas 6:9 dice, «No nos cansemos, pues, de hacer bien; porque a su tiempo segaremos, si no desmayamos».

La constancia en el Reino de Dios es el fundamento del crecimiento y la madurez espiritual. La grandeza no se alcanza a través de momentos de pasión pasajera, sino a través de la fidelidad inquebrantable al llamado de Dios.El discipulado fiel implica persistir incluso cuando los resultados no sean inmediatos. Cada acto de obediencia; oración, estudio de la Palabra de Dios o servicio, construye algo eterno. Dios no exige la perfección; Él valora a aquellos que se levantan tras caer y siguen adelante. El éxito espiritual no se mide por la emoción, sino por la obediencia duradera, incluso en silencio.

La perseverancia en la oración, como nos enseñó Jesús, es un acto de fe inquebrantable. El pedir y continuar pidiendo, el llamar y continuar llamando, es confiar en que Dios nos escucha y obrará en su debido momento. La constancia moldea tu vida espiritual; enfócate en Dios a diario y tu vida reflejará Su presencia.El crecimiento y la madurez espiritual provienen de decisiones diarias tomadas a lo largo del tiempo, la decisión de confiar, obedecer y seguir a Dios, incluso cuando el camino sea difícil o inesperado. El camino puede ser difícil, pero las Escrituras prometen una cosecha para aquellos que no se rinden. A menudo, el progreso se pierde cuando la perseverancia flaquea, pero la fe nos impulsa a seguir adelante.

Dios honra la constancia porque revela una fe genuina. Lo importante no es el principio del viaje, sino mantener el rumbo. La verdadera recompensa está en la perseverancia, en demostrar carácter, fe y visión mientras sigues hacia adelante para cumplir el propósito de Dios en tu vida.

Oración:
«Señor Jesús, ayúdame a ser constante en mi caminar contigo. Enséñame a ser fiel aun cuando sea difícil, a seguir orando cuando no sienta el deseo, y a seguir sembrando aun cuando no vea frutos inmediatos. En el nombre de Jesucristo. Amén».

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