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Lo que creemos

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  • Creemos que el Espíritu Santo colaboró con el Padre y el Hijo en la creación del mundo. El Padre dio Su Espíritu para hacernos como Su Hijo, Jesucristo. El Cristo Jesús que conocemos es Jesús en el poder del Espíritu Santo. Hizo una promesa maravillosa en Juan 14:16-17: «Y yo rogaré al Padre, y os dará otro Consolador, para que esté con vosotros para siempre: El Espíritu de verdad, al que el mundo no puede recibir, porque no le ve ni le conoce; pero vosotros le conocéis, porque mora con vosotros y estará en vosotros». El Espíritu Santo va a estar con nosotros para siempre. No todos lo conocen o reciben, sino solo aquellos que están preparados para Él. El Espíritu Santo nos muestra lo mal que están nuestros pecados. Nos ayuda a aceptar a Cristo Jesús como nuestro Salvador. Cambia nuestras vidas completamente. A esto se le llama ser convertido o nacer de nuevo.
  • Creemos que Jesucristo es un ganador de almas. Por este fin vino, vivió, murió y se levantó de nuevo. Vino a restaurar la relación y el compañerismo entre Dios y el hombre. En lo que respecta a Su naturaleza humana, Cristo era descendiente de David; en cuanto a su naturaleza divina, se demostró con gran poder que era el Hijo de Dios al levantarse de entre los muertos al tercer día. Ahora se sienta a la derecha del trono de Dios (Hebreos 12:2; Romanos 1:2-4). Fue tentado en todos los aspectos, como lo somos nosotros, pero lo fue sin pecar. Jesucristo nos ama, murió por nosotros, reina en poder por nosotros y todavía ora por nosotros.

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  • Creemos que los hombres sagrados de Dios fueron guiados por el Espíritu Santo cuando transmitieron el mensaje procedente de Dios. La Santa Biblia es más que acontecimientos de antaño y sabiduría antigua. Es un mensaje divino de gracia y verdad dirigido a nosotros, hoy (2 Timoteo 3:16, 2 Pedro 1:21).
  • Creemos que el pecado conduce a la muerte eterna y a la destrucción, pero la Palabra de Dios lleva a la vida. Si Cristo Jesús es nuestro Señor y Salvador, un nuevo cuerpo, una nueva alma y un nuevo espíritu nos esperan algún día. El Espíritu de Dios Se une a nuestro espíritu para declarar que somos hijos de Dios (Romanos 8:16).
  • Creemos que la salvación es ser liberado del pecado y sus penas y se recibe mediante la fe en el poder purificador de la sangre de Jesucristo. Todo hombre tiene que aceptar a Cristo Jesús como Señor y Salvador personal, o la muerte de Jesús no lo salvará.
  • Creemos que la Palabra de Dios refresca nuestras mentes, mientras que el Espíritu de Dios renueva nuestra fuerza. Para nacer de nuevo, no solo debemos tener la Palabra de Dios, sino también su Espíritu, unido al arrepentimiento y la fe en nuestros corazones.
  • Creemos que la sanación divina es el poder sobrenatural de Dios trayendo salud al cuerpo humano. Se recibe mediante la fe en el trabajo terminado de nuestro Señor, Jesucristo. Todo castigo que Jesucristo recibió antes y después de Su crucifixión fue para nuestra sanación: en espíritu, alma y cuerpo. Mediante su azote nos sanamos. La sanación divina fue incluida en los beneficios que Jesucristo nos trajo en el Calvario.

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  • Creemos en el bautismo de agua y en el bautismo en el Espíritu Santo. También creemos en el habla de lenguas, puesto que el Espíritu Santo nos concede su declaración (Hechos 2:4). Todos los que entren en el número del cuerpo de Cristo lo hacen porque son bautizados en el Espíritu Santo (1 Corintios 12:13; Romanos 8:9). Cuando se te bautiza en el Espíritu Santo, el poder de Dios se posa sobre ti como lo hizo sobre los primeros discípulos el día de Pentecostés (Hechos 2:1-4). Cuando el poder de Dios se cierne sobre ti, el Espíritu Santo afectará todo lo relacionado contigo. El Espíritu Santo provoca que ríos de vida, alegría, amor, paz y poder fluyan de tu espíritu para las necesidades de los demás (Juan 7:37-38).
  • Creemos en la Última Cena del Señor como la celebraron Jesucristo y Sus discípulos en Mateo 26:26-28, «Y mientras comían, tomó Jesús el pan, y lo bendijo, y lo partió y dio a sus discípulos, y dijo: Tomad, comed; esto es mi cuerpo. Y tomando la copa, y habiendo dado gracias, les dio, diciendo: Bebed de ella todos; porque esto es mi sangre del nuevo convenio, que por muchos es derramada para remisión de los pecados.» Así como a los antiguos discípulos se les instruyó en que participaran de la Cena del Señor por medio de Jesucristo, también nosotros participamos de la Cena del Señor (2 Pedro 1:4); de acuerdo con la instrucción del Espíritu Santo (1 Corintios 11:26-31).
  • Creemos que Jesucristo vendrá de nuevo, de la misma manera en que se fue (Hechos 1:11; 1 Tesalonicenses 4:16-17).

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