Hace algunos días, se abolió la prohibición de los servicios religiosos presenciales, como parte de la flexibilización por etapas del confinamiento a causa del COVID-19. El Profeta T.B. Joshua sin embargo, había anunciado que la iglesia estaba esperando escuchar de Dios en relación de cuándo se reanudarían los servicios presenciales. Por lo tanto, aconsejó a las personas que siguieran viendo Emmanuel TV.

El sermón de la Profetisa Anne se centró en el crucial papel que desempeña el corazón en la oración, siendo el punto de contacto con el Espíritu de Dios. Señaló que algunos Cristianos no reciben respuesta a sus oraciones persistentes, porque han permitido que su corazón se convierta en un «ámbito de sentimientos y emociones invadido por las tentaciones y las preocupaciones de este mundo». El mensaje de Anne se tituló: «Esfuerzo propio, una actitud incorrecta», con el texto de referencia tomado del Salmo 66:18, «Si en mi corazón hubiese yo mirado a la iniquidad, el Señor no me habría escuchado».

Al leer el fragmento de la Escritura, Anne declaró: «El pecado no solo destruye el éxito de nuestras oraciones, sino que también estropea el privilegio espiritual que tenemos de la gracia de Dios». Luego citó Romanos 9:1 y 2 Corintios 12:9, mientras enfatizaba la necesidad de «vivir bien con Dios» abiertamente, y depender del poder del Espíritu Santo para ayudarnos a evitar ser «atormentados por el deseo de volver a nuestro malos hábitos». Al describir la fe como «un vacío que atrae la unción de Jesucristo», Anne aconsejó a los espectadores que prepararan sus corazones para un encuentro Divino durante las Sesiones de Oración Interactiva.

De todo el mundo, personas se conectaron a los estudios de Emmanuel TV en Lagos, Nigeria, creyendo que la distancia no es una barrera para el mover del Espíritu Santo. Los ministros de Dios oraron por personas con una amplia gama de desafíos de salud y situaciones de la vida, incluyendo COVID-19, asma, apnea del sueño, espondilosis cervical y diversas formas de adicción. A continuación, se muestran los aspectos más destacados de sus experiencias al caer sobre ellos el poder de Dios a miles de kilómetros desde el punto central de la de oración en Lagos, Nigeria.

Primera Sesión

La Profetisa Anne comenzó las Sesiones de Oración Interactiva – La distancia no es una barrera con los pacientes de COVID-19. Desde Sudáfrica, Dorothy, sentada junto a su esposo Kennedy, habló sobre sus dolorosos síntomas. También de Sudáfrica, estaban Dimakatso y su familia, así como Zandile, Temba, Kara y Joaner. Dimakatso también tenía hipertensión y embolia pulmonar. Desde Colombia, Leidy se quejó de tos seca, dolor de garganta, dolores de cabeza y otros síntomas. El esposo de Leidy, Milton, también pidió oraciones por su insoportable dolor de espalda. Desde Malawi, Maxwell también se conectó, al igual que Shamiso y Nelson de Zimbabue. Una vez que comenzaron las oraciones, Zandile cayó al suelo y comenzó a vomitar el veneno en su sistema. Leidy, Shamiso y Dimakatso, al igual que Zandile, también tosieron sustancias. «¡Sé libre, en el nombre de Jesucristo!», ordenó Anne.

Agradeciendo a Jesús, todos los receptores de la oración confesaron su nuevo alivio. «Puedo agacharme ahora», dijo Joaner, incluso cuando informó que su esposo vomitó mientras ella recibía la oración. «El dolor de garganta se ha ido; puedo oler», dijo Shamiso, oliendo una botella de vinagre de sidra de manzana. «No siento ningún dolor; me siento liviano », declaró Zandile. Para los espectadores, Anne oró: «¡Ordenamos a toda aflicción, ordenamos a toda enfermedad, que sea expulsada por el fuego del Espíritu Santo!» La sesión terminó con una ofrenda de danza al Señor por parte de Leidy y Milton.

Segunda Sesión

El Profeta Chris oró por otro grupo de pacientes con COVID-19. Eran Enverin e Ilda de Albania, Stain de Malawi, Bikash de EE. UU., Anna y su hija de Sudáfrica, así como Stephanie, Josephine y Joyce de Nigeria. Otros fueron Phindile y su hijo, así como Monzanique y su familia de Sudáfrica. «En el poderoso nombre de Jesucristo, ¡sean perdonados! », oró el Profeta Chris. 

A partir de ese momento, oró que el pueblo fuera libre de aflicción y las ataduras. Las reacciones a las oraciones variaron desde toser y vomitar hasta temblar. «¡En el nombre de Jesucristo, sé libre de ese virus!» continuó orando el Profeta Chris. Al final de la sesión, las personas informaron que ya no experimentaban síntomas como resfriado, tos, altas temperaturas, debilidad general del cuerpo, pérdida del sentido del olfato, dificultad para respirar, dolores de cabeza, mareos, dolor de garganta y picazón en la nariz, etc. Chris luego les pidió que confirmaran su sanidad. Mientras que algunos saboreaban frutas y olían sustancias, otros respiraban profundamente y ejercitaban sus cuerpos, para la gloria de Dios. 

El Profeta Chris oró por los espectadores: «En este momento estás posicionado para el favor, la misericordia, la sanidad, la liberación, la libertad. ¡Empieza a recibirlos ahora mismo, en el poderoso nombre de Jesucristo!». Continuó: «Señor Jesucristo, ¡sana a los enfermos!, ¡trae libertad a los cautivos!, ¡trae bendiciones a los pobres!, ¡trae libertad a los que están en cautividad!, ¡trae consuelo a los que lloran!, ¡alegra a los afligidos!, ¡en el poderoso nombre de Jesucristo!». 

Tercera Sesión

La profetisa Yinka oró por el siguiente grupo de pacientes con COVID-19: Stephens, Emma, Tumelo, Peter, Busisiwe y Eric de Sudáfrica, así como Waleska de Honduras y Francis de Malawi. La mujer de Dios les habló a los receptores de las oraciones sobre la necesidad de dejar que sus corazones se conectaran con Dios, instándolos a dejar atrás el dolor del pasado. Ella comenzó: «¡En el nombre de Jesucristo, sé perdonado!». Pidiéndole a las personas que vomitaran el veneno en su sistema, Yinka agregó: «¡Tú, enfermedad, tú, dolencia, te ordeno que salgas de este cuerpo!».

Peter dijo en cuanto al efecto de la oración en su sistema: «Su palabra fue como un rayo en mi cuerpo», mientras mostraba lo que había vomitado. Emma dijo que sintió como si hubiera fuego en su sistema, mientras que Stephens dijo que había recuperado el sentido del olfato. Otros demostraron su sanidad saboreando frutas o carne.

Finalmente, Yinka oró: «¡Espectadores de todo el mundo, independientemente de cuál sea su situación natural, la salida para ustedes ha llegado, en el nombre de Jesucristo!».

Cuarta Sesión

La Profetisa Angela oró por el matrimonio Williams, así como por Sinnah, Justinne, José y Lindelwa de Sudáfrica. También se oró por Francisca y su familia de Kenia, Malory de Colombia y Enrique con su familia, de México. Después de la oración de perdón, Ángela oró por la liberación de todos los pacientes de COVID-19, en el poderoso nombre de Jesucristo. Instantáneamente, muchos cayeron bajo el poder de la unción y vomitaron el veneno en su sistema.

Después de la oración, Sinnah se quitó la rodillera que había estado usando para sostenerse; en cuanto a su pérdida del sentido del gusto, Sinnah masticó una fruta para probar también su sanidad del COVID-19. Enrique, por su parte, entró en la cocina y se preparó un bocadillo de jamón, queso, pan y chile. Justinne y José también demostraron que habían recuperado el olfato y el gusto. «Sé que Jesús me ha liberado», dijo Malory después de haber vomitado durante la oración. Los Williams también informaron sentirse aliviados. Para los espectadores, Angela oró: «¡Sean liberados del cautiverio, en el nombre de Jesús!».

Quinta Sesión

Los sanados de COVID-19 en Sudáfrica también incluyeron las siguientes personas: Marine, junto con su hija y nieta; Deborah, que se conectó desde su cama de hospital; Welcome y su madre, Felicia; y Alain.

La lluvia de sanidad de Dios también cayó sobre George, de Malawi, así como sobre Hugo y Raquel, de México. Los pulmones de Hugo habían sido golpeados por el virus y necesitaba un nebulizador y un tanque de oxígeno para respirar. Su esposa, Raquel, también tuvo que estar aislada en casa con él, ya que todos los espacios del hospital habían sido ocupados.

A pesar de su propio dolor, Raquel clamaba: «Quiero que Dios levante a mi esposo de esta cama». Cuando apareció a la vista, el Profeta Racine aseguró a la gente: «Dios es más majestuoso en la distancia», y al mismo tiempo les pidió que contactaran su corazón con Dios. Una vez que comenzaron las oraciones, las personas comenzaron a reaccionar tosiendo, vomitando y temblando bajo la unción. Al terminar las oraciones, Racine declaró: «¡Por la misericordia de Dios, puedo ver que estás siendo sanado!» Luego les pidió que confirmaran y reclamaran su sanidad en el nombre de Jesús. Hugo, que había estado previamente acostado en la cama, ahora estaba de pie. Dijo: «¡Durante la oración, la fuerza física entró en mí y pude ponerme de pie!; ahora, estoy sano para adorar a Dios de nuevo ». Raquel lloró lágrimas de alegría mientras reportaba su sanidad mostrando una bolsa que contenía su vómito en el piso. «¡Ah, es demasiado!», exclamó Alain cuando se perfumó la muñeca y la olió. Welcome y Felicia también anunciaron su libertad, al igual que George de Malawi. Para los espectadores, Racine oró: «¡Sé liberado de esa enfermedad, en el nombre de Jesucristo!».

Casos Generales

Los ministros de Dios también oraron por las personas que sufrían de diferentes padecimientos y afecciones. El Profeta Chris oró por un caso de espondilosis cervical de un médico congoleño residente en Botsuana, quien también tenía cálculos renales y diabetes. Además, Chris oró por David, de Australia, quien tenía entumecimiento del cuerpo, problemas renales y apnea del sueño; Damilare, un nigeriano con sede en Turquía que padecía diabetes y hemorroides; las sudafricanas Nelly y sus hijas quienes eran adictas a comer tierra, así como su hijo, que era adicto a la marihuana; Yzidor de Canadá que tenía dolor de espalda severo; y Eric de República Dominicana que estaba bajo la esclavitud de las pesadillas y la lujuria. Para la gloria de Dios, todas estas montañas fueron niveladas en el nombre de Jesús. 

La Profetisa Yinka oró por Bupe, de Zambia, que tenía ciática lumbago; Joselyn, de Chile, que tenía hipotiroidismo; Yanmi y su familia, de India. Quienes sufrían psoriasis, desequilibrio hormonal, tos y sibilancias; Guy, de Francia, que se había roto la rodilla durante un entrenamiento de karate; Víctor y su familia de Argelia que tenían problemas respiratorios y otros problemas, a la par de una maldición familiar; además de Keila y su familia, de los EE. UU.. que tenían problemas de visión y de huesos; Bibiana, de Perú, que tenía cáncer y VPH; y Mamenne, de Liberia, que tenía dificultad para caminar debido a una hernia de disco. Al final de la sesión de oración hubo señales claras de que todos habían adquirido una nueva vida, ya que aquellos que usaban ayudas para caminar y otras ayudas, así como medicamentos, se separaron de ellos para siempre. 

Algunas de las otras sesiones de oración atendidas por Anne, Angela y Racine son las siguientes: 




Sudáfrica: Eddy, quien tenía asma y usaba un nebulizador, un aerosol oral y un inhalador; su esposa Sarah, que tenía dolor de espalda y espolones en el calcáneo, presión arterial alta, palpitaciones del corazón y fuertes dolores de cabeza. 








Estados Unidos: Olga, que tenía desviación de la columna y también sufría de resfríos. 










Francia: Marie Jacqueline, que tenía escoliosis y sentía que tenía un peso sobre los hombros y los pies. 

Noruega: Yoni, que tenía múltiples tumores. 

Ecuador: Pastor Patricio, quien tenía gastritis y dolor de columna, además de depresión, estrés y angustia. 







Nigeria: Kate, que tenía el cuello rígido y dependía de un collarín cervical. También sufría de presión arterial alta, además de ser adicta a la pornografía. 







Chile: Laura, que tenía depresión, problemas familiares y problemas de piel. 

Estados Unidos: Roseline, que tenía dolor en la columna y usaba corsés lumbares. 

Paraguay: Elisa, que padecía de asma, sinusitis y ansiedad. 

México: Alejandra, que quería libertad. 

Zimbabue: Emely, quien sufría dolor debido a un deslizamiento de disco. Sus hijos tenían asma y dolor de rodilla. 

Perú: Gonzalo, quien sentía movimientos extraños en su cuerpo y experimentaba miedo y ansiedad. 

Sudáfrica: Suzelle, que era adicta a comer tierra. 

Argentina: Antonio, que tenía dolor severo en la cintura y la muñeca debido a una hernia discal. 

Alemania: Patricia, que tenía dificultad para caminar debido a la artritis. 

Colombia: Gloria, quien tuvo un problema pulmonar durante 20 años, además de fuertes dolores de cabeza que le hacían temblar el cuerpo. 

Sudáfrica: Yve, un congoleño que usaba muletas dobles y otras ayudas, así como analgésicos para su problema de la médula espinal. 

Chile: Héctor, que sufría ataques de pánico y temía estar en lugares cerrados o concurridos. 

Costa Rica: María, que tuvo asma durante 30 años, así como su hija, Melissa, que también tenía asma, y su nieta, que tenía escoliosis. 

Nigeria: Karen, quien se conectó  por su hija asmática de 10 años, Mfoniso. La misma Karen cayó bajo la unción cuando comenzaron las oraciones. 

Mientras los ministros oraban en el poderoso nombre de Jesucristo, el poder de Dios expulsó todos los problemas de la vida de las personas, uno tras otro. Verdaderamente, Dios es más poderoso y majestuoso en la distancia. ¡Emanuel! 

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