El Profeta T.B. Joshua alertó en esta ocasión a la congregación sobre la urgente necesidad de desatar el caos en el reino de la oscuridad. Como profeta del Altísimo, sabe que a satanás y sus agentes no se les debe ofrecer ni el más mínimo respiro. Lo primero que dijo a la congregación fue que tenían que desmantelar todas las barreras que pudieran interponerse entre Dios y ellos: «¡Únete a mí para remover la barrera entre tú y Dios, en el poderoso nombre de Jesucristo! Hay una barrera entre tú y Dios. Hay un muro que no te permite sentir la presencia de Dios. Por eso no sueñas, y si sueñas, no lo entiendes. Eso es una barrera; podrías estar reteniendo rencor, aflicción, espíritu de falta de perdón. Sientes dolor del pasado y te niegas a dejarlo ir. Si no permites que el ayer se vaya, no podrás disfrutar el hoy».

 

Entrando ya en un ambiente de oración, el hombre de Dios dirigió a la congregación para que derribasen fortalezas, detuvieran aflicciones y los cautivos fueran hechos libres, en el poderoso nombre de Jesús. A medida que las oraciones se iban sucediendo, muchos vomitaron sustancias venenosas, mientras otros manifestaban los espíritus malignos que les habían retenido cautivos durante tanto tiempo. Al final, hubo victoria en la atmósfera cuando los hijos de Dios celebraron su sanidad, su liberación y su progreso con testimonios edificadores de fe.

TESTIMONIOS

UN TOQUE COMO NINGÚN OTRO

Reportes médicos de la La señora Asogwa
La señora Asogwa y su bebé
El señor y la señora Asogwa

Desde el día mismo en que se casaron hace ya siete años, su sueño de tener un bebé no llegaba a cumplirse. El aspecto más doloroso de todo ello era el hecho de que el ginecólogo les había confirmado que ambos estaban sanos y eran fértiles, y sin embargo el abismo que los separaba de tener el hijo tan deseado seguía siendo insalvable. El señor y la señora Asogwa no eran precisamente felices. La señora Asogwa estaba padeciendo una verdadera agonía psicológica por no ser capaz de concebir. Estaba deprimida y parecía desorientada. Incluso su forma de vestir denotaba las tribulaciones de su corazón.

La búsqueda de un hijo había llegado a ser casi una búsqueda existencial. Esta pareja de nigerianos había

hecho todas las preguntas posibles a iglesias y hospitales, sin recibir una respuesta fructífera. Era como si la misma vida se les hubiera vuelto hostil, negándoles hasta el último atisbo de esperanza y alegría, y por ello las personas de su entorno intentaron convencerlos de que probasen otros métodos. La señora Asogwa necesitaba desesperadamente ese hijo, y dado que la medicina convencional no había logrado proporcionarle la ansiada solución, decidió que había llegado el momento de explorar otras vías.

Volvió a su ciudad natal y la acompañaron a una doctora nativa, que dijo poseer una varita mágica con la que solucionaría su problema: «Te daré una pócima para que te la bebas. Esa pócima te purgará y eliminará cualquier bloqueo que puedas tener para concebir», explicó con presunción. Pero lo que la pobre señora Asogwa estuvo a punto de purgar con la pócima fue la vida, ya que comenzó a deshidratarse hasta el punto de no reconocer siquiera a las personas que estaban con ella. Y lo peor fue que, a pesar de la pócima, que la llevó a las puertas de la muerte, siguió sin lograr concebir.

Después de pasar por aquella terrible experiencia, volvió junto a su esposo, aún pensando que quizás sus posibilidades de concebir habrían mejorado. Otras dos personas bienintencionadas la llevaron a otros doctores nativos, que también le dieron brevajes, pero sin resultado alguno. Mientras se obligaba a consumir toda esta clase de pociones, una serie de extraños sueños la asaltaban por la noche. Soñaba que tenía relaciones sexuales con un hombre y cuando se despertaba se encontraba mojada. Ese sueño siempre llegaba acompañado de riñas con su esposo. En otras ocasiones soñaba con una mujer mayor que le arrebataba a su bebé.

El viaje a la redención comenzó cuando uno de los compañeros de su esposo le dijo que habría en junio de 2016 un servicio especial de sanidad organizado por La SCOAN para conmemorar el 53 aniversario del nacimiento del Profeta T.B. Joshua, y lo convenció de que todos sus problemas se acabarían si estaban presentes en aquel servicio especial de sanidad. El señor y la señora Asogwa acudieron a La SCOAN en la fecha señalada y experimentaron la presencia de Dios en la vida de Su Profeta Elegido. Sentados en el auditorio aquel domingo, la señora Asogwa sintió el movimiento de una brisa fresca, que en un principio creyó que provenía de un pequeño ventilador que portaban los asistentes cuando el hombre de Dios se movía por el auditorio.

En aquel momento se acercó a ella, y bastó con un toque del ungido hombre de Dios en su cabeza. En cuanto lo recibió, cayó al suelo bajo la influencia de la unción. Aquel mismo día, al volver a casa, esposa y esposo se unieron íntimamente.

Había pasado poco más de un año desde su última visita cuando volvieron a La SCOAN, para testificar de la lealtad de Dios y presentar a una niñita llamada Emmanuella, por la que dieron gracias a Dios después de haber pasado siete años buscando tener hijos: «Desde la liberación, no hemos tenido ningún problema. La depresión es cosa del pasado ya. No hemos vuelto a tener discusiones ni pesadillas», relató la señora Asogwa. «Si alguien está pasando por la misma experiencia que tuve yo, que sea paciente y se aferre a Dios, ya que Su tiempo es diferente del nuestro».

 

ENDEREZADA POR LA MANO DE DIOS

La señorita Favour recibiendo ministración del Profeta T.B. Joshua
La señorita poniendose de pie sin corsé por primera vez
La señorita Favour caminando sin corsé

Favour siempre había albergado el sueño de llegar a ser la mejor versión de sí misma trabajando duro y dedicándose de pleno a sus estudios, y la esperanza de lograrlo era grande en ella, cuando de pronto comenzó a notar unos cambios terribles en su cuerpo; su columna vertebral comenzó a inclinarse hacia un lado, al mismo tiempo que experimentaba dolores en el pecho e incomodidad en otras partes del cuerpo. Sus padres no estaban dispuestos a permitir que su hija se instalara en el dolor constante, de modo que buscaron ayuda médica y el diagnóstico que le hicieron fue de escoliosis, una enfermedad de la columna que convierte la tarea de sentarse erguido en un trabajo hercúleo.

El problema de salud estaba afectando enormemente a esta joven nigeriana que vivía en Alemania con sus padres. Allí habían probado varios tratamientos distintos, entre los que figuraba un corsé que llevaba tiempo usando, pero su beneficio era solo temporal. Los médicos también le habían dicho que no había solución para su problema, al menos en el ámbito médico, de modo que el corsé sería, como mucho, un paliativo temporal. Pero los padres de Favour no estaban dispuestos a aceptar ese veredicto final de los médicos; sabían que hay un poderoso Dios en la Arena de La Libertad y decidieron ir en busca de Su rostro.

La señorita Favour caminando
La señorita Favour y su familia

El penúltimo domingo, Favour y sus padres estaban en el auditorio de la iglesia cuando el Profeta T.B. Joshua se dirigía a la congregación, diciéndoles que lucharan para tocar a Jesús. Su caso resultó ser una demostración de lo que  podían lograr esas palabras ungidas. Repitiéndolas y tocando las partes dolientes de su cuerpo tal y como el hombre de Dios le pedía que hiciese, las vértebras curvadas de su espalda sanaron de inmediato, y el dolor que sentía en el pecho, desapareció. Para sorpresa de muchos, la joven que no podía caminar de seguido echó a correr en una triunfal demostración de su sanidad.
El domingo pasado testificó acompañada por sus padres, y Favour se mostró desbordante de gozo al relatar la historia de su batalla del dolor a la gloria. Moviendo partes de su cuerpo para deleite de la congregación, que la aplaudió entusiasmada, la joven dijo: «Ya no necesito el corsé».
Sus padres también dieron las gracias a Dios por haber puesto punto final a los problemas que le había ocasionado su salud, y Favour dejó el siguiente consejo: «Aconsejo a las personas del mundo entero que no olviden nunca que Dios puede sanarlos».

 

HOMBRE AIRADO Y TATUADO SE ENCUENTRA CON JESÚS

De muchacho había sido muy bueno. En el colegio le iba bien, y en casa podía mantener la cabeza bien alta. Pero todos aquellos grandes valores desaparecieron en cuanto comenzó a mezclarse con chicos mayores que él en la calle, y se dejó llevar por su influencia para dedicarse a actividades ilícitas, entre las que se encontraba el tráfico de drogas. La vida de la calle lo dominó y a punto estuvo de echar a perder por completo sus posibilidades de ser un hombre responsable. Tebogo no tardó en graduarse en el arte de abrir los autos de otras personas para robarlos, llevar armas y otras tendencias delictivas por el estilo.

El señor Tebogo.
El señor Tebogo y su madre escuchando su testimonio
El señor Tebogo y su madre.

Este sudafricano se unió a una banda que se especializaba en cometer atracos armados con navajas. Sus objetivos solían ser personas vulnerables, borrachos y gente mayor, a los que les quitaban el dinero, sus pertenencias y a veces les acababan dando una paliza que los dejaba medio muertos. No tardaron mucho en pasar a las armas de fuego, con las que desarmabas a otros traficantes para poder dominar el mercado del tráfico de drogas local. Con tiempo habían logrado reunir un gran alijo de armas y drogas. En todas esas escapadas, Tebogo mostraba una confianza absoluta.

Debido a esta relación criminal, comenzó a entrar y salir de la cárcel constantemente, y mientras duró este círculo vicioso, su madre no se enteró. Aunque le habían llegado rumores de que andaba con drogas, siempre que le preguntaba por ello él se lo negaba. Cuando entró en la universidad, ya era uno de los grandes en el negocio. Se había comprado un automóvil y vivía como un rey, gastando dinero y divirtiéndose a placer. Describiendo cómo solían hacer para quitarle el vehículo a las personas bebidas, explicó a Emmanuel TV: «cuando se dirigían al auto, de un empujón los metíamos en el maletero, poníamos el auto en marcha y un poco más allá, arrojábamos al dueño al suelo».

Fue en prisión donde aprendió distintos medios de supervivencia, entre ellos tatuar y comerciar con objetos básicos como sábanas y otros efectos personales que solía vender a los internos nuevos. Fue pensar en la propia naturaleza perversa de la vida en prisión lo que le hizo recordar lo mucho que necesitaba a su madre. Decidió ponerse al habla con ella y la mujer acudió a visitarlo a la cárcel. Madre e hijo se emocionaron mucho al verse, sabiendo ambos que se merecían algo mejor en la vida. Para ser una mujer que tanto había hecho por aquel hijo, no se merecía la clase de vida que él llevaba, ni mucho menos. En una ocasión, fue disparado por la policía cuando estaban perpetrando un robo. Mientras intentaba escapar, fue disparado en una pierna y trasladado en ambulancia al hospital. Estuvo nueve largos meses hospitalizado, y su madre iba a verlo de vez en cuando para orar por él. Cuando salió del hospital, volvió a su arte de tatuar y de comerciar con drogas.

«Cuando estaba enfadado, tatuaba», explicó el domingo pasado mientras testificaba, mostrando en su cuerpo la huella de su arte. También mostró a la congregación una cicatriz que tenía en el cuello y que según explicó era el resultado de un ataque con arma blanca; otros delincuentes habían intentado quitarle el vehículo mientras conducía acompañado por su novia. Llegaron a pincharlo seis veces: «Daba igual lo que hiciera: mi madre siempre oraba por mí». Incluso llegó a darle alguno de los libros escritos por el Profeta T.B. Joshua para que los leyera. Siempre se había mostrado escéptico con Emmanuel TV, pero su madre siguió insistiendo hasta que el penúltimo domingo se encontró en La SCOAN.

Tebogo recibió su liberación de manos del Profeta T.B. Joshua una vez el hombre de Dios hubo profetizado sobre sus problemas. Durante aquella intensa Oración Masiva, el hombre de Dios, guiado por el Espíritu Santo, le había dicho: «Hay un hermano aquí… Tienes tatuajes por todas partes. Eres un criminal vestido de oscuro, oscuro. Ese espíritu te está atormentando, te está molestando».

Cuando volvió a testificar el pasado domingo, Tebogo ya era un hombre nuevo al haber sido liberado por Jesucristo a través del hombre de Dios: «Desde mi encuentro con el Profeta T.B. Joshua, mi vida ha cambiado. Confieso que Jesucristo es ahora mi Salvador».

 

YA NO ES TIERRA DE LÁGRIMAS Y SANGRE

La comunidad de Omoku en Ogba/Egbema/Ndoni, en el área de gobierno local del estado de Rivers, Nigeria, había sido el escenario de una guerra. Este lugar se había visto asediado por secuestradores, ladrones armados, ocultistas y ritualistas. Apenas pasaba un día que no se presenciara algún espeluznante asesinato o una decapitación debida a algún culto rival o a la bestialidad más pura. Siendo unas de las comunidades con mayor producción de crudo y lugar donde se concentran tres gigantes del petróleo, en lugar de aparecer en las noticias por su posición estratégica en el sector del gas y del petróleo, lo hacía por ser el escenario de la barbarie humana, la violación y el secuestro.

Muchas corporaciones públicas y privadas han abandonado esta comunidad y prefieren operar desde Port Harcourt, la capital estatal, porque en Omoku los asesinatos no parecían tener fin. El escenario ofrecía una triste imagen de una carnicería sin fin que desafiaba incluso las oraciones.

Representantes de la comunidad de Omoku en Ogba/Egbema/Ndoni

Confusos y desbordados ante la cruda realidad de la carnicería sin fin que los miraba a los ojos, algunos de los líderes de más edad en esta comunidad se reunieron decididos a acudir a la Arena de La Libertad. Seis de ellos se personaron en La SCOAN en mayo de 2017 y expusieron su problema al hombre de Dios, Profeta T.B. Joshua, que les dispensó una hospitalaria recepción, acomodándolos y ocupándose de sus necesidades durante su estancia. El hombre de Dios les hizo entrega del Agua de la Mañana y les pidió que la ministraran en puntos estratégicos de su comunidad. Además les hizo entrega de una cantidad de dinero para los gastos del viaje de vuelta.

Desde su llegada a esta castigada comunidad el 29 de mayo del 2017, no han presenciado ninguna forma de derramamiento de sangre o violencia. La transformación resulta evidente, teniendo en cuenta que antes de su visita a La SCOAN era una comunidad conocida por su violencia. En este momento, la comunidad está disfrutando de una era sin precedentes de tranquilidad y paz tras la visita de sus mayores a La SCOAN. Nunca antes habían estado tan bien, de modo que no quisieron tardar en volver a La SCOAN y el domingo pasado testificaron sobre la paz y la tranquilidad recuperadas gracias a la intervención del Señor. ¡A Dios sea la gloria!

 

«MI IRA ERA UN CASO DE ESTUDIO»

Su perdición había sido el espíritu de ira que le había devorado la vida ya desde niño. Ya entonces, cuando veía a personas que pretendían corregirle, consideraba que estaban equivocadas. En su universo infantil, todo lo que hacía estaba bien y los que intentaban corregirle se equivocaban. Actofel se había criado bajo la tutela de su abuela y mostraba unos rasgos de carácter que no eran comprensibles en un niño de su edad. Cada vez que su abuela lo reprendía por algo que había hecho mal, este namibio llenaba su cabeza con pensamientos de venganza o suicidio.

De hecho intentó suicidarse varias veces y de distintos modos cuando apenas tenía siete años. Un día intentó colgarse de las ramas de un árbol. En otra ocasión, metió el dedo en el agujero que ocupaba una serpiente, esperando recibir una dosis de veneno que le quitase gradualmente la vida, todo como resultado del espíritu de ira que había construido su nido maligno dentro de su corazón. Constantemente se escapaba de casa porque era incapaz de soportar las correcciones. El espíritu había corrompido su mente infantil, haciendo que agrediera a quienes intentaban corregirlo.

El señor Actofel

Ese mismo espíritu de ira le condujo a practicar el boxeo, donde podría dar rienda suelta a esa ira que llevaba dentro. Incitaba a pelear a sus compañeros y lograba siempre darles una paliza a pesar de que llevasen armas. No tenía un ápice de miedo y podía soportar cualquier forma de agresión. «El espíritu de ira me había transformado en un animal. No temía a nadie». En varias ocasiones, propinó una paliza de muerte a los ladrones que intentaron entrar en su casa con la intención de apropiarse de algo de valor. Llegó incluso a matar a uno de ellos aplastándole el cráneo con una barra de hierro; fue encerrado por ese hecho, pero poco después salió bajo fianza.

A pesar de estar en libertad bajo fianza, lo inculparon en un caso de asesinato para el que se pedía una sentencia de entre quince y veinte años de prisión. Mientras esperaba el veredicto, ya se estaba preparando para evadir la condena. Había planeado suicidarse si lo declaraban culpable para que la sentencia de internamiento cayera sobre su cuerpo muerto. Es más, había explorado otras alternativas como consultar con los brujos para evitar el día del Juicio Final que se acercaba.

Mientras el caso de asesinato avanzaba en el tribunal, Actofel entró en un estado de delirio. Sabía que tenía que apurar todas sus posibilidades para escapar de la ira del tribunal y, con ese fin, no dejó nada a la improvisación. Un día, mientras navegaba por internet en su despacho, se tropezó con el Profeta T.B. Joshua y con Emmanuel TV, y sin querer presenció la liberación de un hombre que tenía un juicio pendiente. Esa realidad lo inspiró y, acompañado por un amigo, se personó en La SCOAN.

Durante ese Servicio Dominical, el espíritu de ira le había dicho que hiriese al hombre de Dios, pero no fue capaz de llevar a cabo el perverso mandato por la unción presente en la vida del Profeta T.B. Joshua. Actofel recibió oración y liberación aquel mismo día, además del Agua de la Mañana y, cuando volvió a Namibia, las tornas cambiaron en su favor. El tribunal lo declaró no culpable en el caso de asesinato y el espíritu de ira desapareció por fin, lo mismo que sus hábitos mujeriegos.

A día de hoy está felizmente casado. La gloria de Dios, a través del Agua de la Mañana, ha apaciguado su turbulenta vida. «Padres, mantengan a sus hijos cerca de ustedes, especialmente cuando deban disciplinarlos», aconsejó.

 

EL PODER DE LA FE

El Profeta T.B. Joshua ministrando sanidad

Desde que tenía once años se quejaba de dolores en la espalda, a resultas de haberse caído por pisar una placa de hielo de la calle. La llevaron al hospital, pero los médicos se limitaron a prescribirle analgésicos. En el colegio no podía unirse a sus compañeros en sus ejercicios habituales. En aquel tiempo pensaban que sus quejas eran meras tretas infantiles para llamar la atención, pero a medida que se fue haciendo mayor, fueron apareciendo otros problemas, escoliosis entre ellos, un problema de la columna vertebral que dificulta enormemente estar sentado y caminar.

Con tiempo, su cuerpo empezó a mostrar otros problemas como espondilosis cervical, un problema que, según los médicos, tendría que llevarse consigo a la tumba. No existía alivio para su dolor excepto el temporal que pudieran proporcionarle los analgésicos y, quizás, un collarín. Muchas veces pasaba la noche llorando, preguntándose por qué tenía que haberle tocado tanto dolor. Había ocasiones en que llegó a plantearse la idea de la cirugía, pero ese pensamiento se vio desbancado por los acontecimientos posteriores.

Esta serbia, afincada en Botswana, acabó dándose cuenta de que necesitaba un enfoque espiritual para su problema y de ese modo, comenzó a leer la Biblia y a ver Emmanuel TV. Más tarde, descubrió que cada vez que leía las Sagradas Escrituras y veía Emmanuel TV, experimentaba una mejoría en todo su cuerpo. Provenía de un entorno sin fe. También comprendió y sintió la diferencia entre meditar en la Palabra de Dios y permanecer para siempre ligada a su pasado impío. Cuanto más estudiaba la Palabra de Dios y veía Emmanuel TV, más fortaleza adquiría su fe.

Fue precisamente esa fortaleza lo que la empujó a visitar La SCOAN. El domingo pasado recibió su sanidad con la imposición de manos del Profeta T.B. Joshua durante el servicio, arrancando de raíz su problema en el poderoso nombre de Jesús.

En cuestión de segundos, recuperó la normalidad. Los dolores cesaron y pudo desprenderse del collarín. Durante su testimonio de aquel mismo domingo, demostró su recién hallado bienestar con algunos movimientos de cuerpo que arrancaron los aplausos de los congregantes. Aconsejó a los espectadores de todo el mundo que crean en Dios y en Su Palabra.

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